Madre Teresa de Calcuta: Fraternidad, el amor en acción

 

Este domingo 4 de septiembre de 2016, 19 años después de su muerte, la albanesa que pasó su vida en Calcuta entregándose a los más pobres de los pobres desde su profundo y efectivo amor a Dios y a sus hermanos los hombres, será declarada santa por el Papa Francisco. La Plaza de San Pedro, en Roma, llena de peregrinos del mundo entero, será el marco privilegiado de tal evento.

Por su profundo compromiso con sus hermanos los hombres, que brotaba de su gran amor a Dios, la Madre Teresa es el personaje que encarna el valor de la fraternidad, nuestro Tema Sello 2016. Ella nos invita a hacer nuestro lo que vivió: ver a los otros como hermanos y a tratarlos como tal.

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Video de Petrie Productions

 

Este año 2016 queremos profundizar en el Valor de la Fraternidad en nuestras relaciones humanas. Sólo si descubrimos en el otro a otro yo, es decir, a un hermano con el que compartimos la naturaleza personal y, por tanto, la imagen y semejanza con Dios, se genera confianza y, como consecuencia, una convivencia adecuada.

Por eso, ver en el prójimo a mi hermano me lleva necesariamente a que no me sea indiferente y a hacerme cargo de sus necesidades viviendo la solidaridad. Así, la fraternidad se expresa en acoger al otro para dar y darse a uno mismo hasta la entrega total por amor, validando al otro como un acreedor de mi respeto y cariño, como quien se enfrenta a su hermano de sangre. ¡Qué distinto sería el mundo si todos tuviéramos este lente de la fraternidad para mirarnos!

La beata Teresa de Calcuta, conocida como Madre Teresa, encarnó profundamente este valor. Nos enseña a dar hasta el final sin pedir nada a cambio desde el amor concretado día a día. Este amor de fraternidad le movió a acoger a los más necesitados, los más pobres de los pobres –en lo material y en lo espiritual- cosa que le hizo vivir en profunda alegría, serenidad y felicidad.

Bajo el lema Madre Teresa de Calcuta: “Fraternidad, el amor en acción”, te proponemos descubrir en el otro a un hermano que no te deje indiferente, en el que confiar y al que manifestar el amor en acciones concretas que se expandan a otros. Así, te invitamos a participar de las distintas actividades en tu sede y a llevar este legado a tu vida personal.

Dice la Madre Teresa a este respecto: «El amor no puede permanecer en sí mismo. No tiene sentido. El amor tiene que ponerse en acción. Esa actividad nos llevará al servicio».

Su Vida: Madre Teresa de Calcuta (1910-1997)

“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”. De pequeña estatura, firme como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. “Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mí para que seamos su amor y su compasión por los pobres”. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo: “saciar su sed de amor y de almas”.

Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes. Era la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu, recibió en el bautismo el nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera Comunión a la edad de cinco años y medio y recibió la Confirmación en noviembre de 1916. Desde el día de su Primera Comunión, llevaba en su interior el amor por las almas. La repentina muerte de su padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la familia en una gran estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y amor, influyendo grandemente en el carácter y la vocación de si hija. En su formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la vibrante Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella estaba muy integrada.

 

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Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). En el mes de diciembre inició su viaje hacia India, llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de profesar sus primeros votos en mayo de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto Entally en Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpetua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”. Desde ese momento se la llamó Madre Teresa. Continuó a enseñar en St. Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. Caracterizada por su caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría.
El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su “inspiración,” su “llamada dentro de la llamada”. Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida. Durante las sucesivas semanas y meses, mediante locuciones interiores y visiones, Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”. “Ven y sé mi luz”, Jesús le suplicó. “No puedo ir solo”. Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres.

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Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa volvió a Calcuta donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba”. Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas alumnas.

El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India. El Decreto de Alabanza, concedido por el Papa Pablo VI a la Congregación en febrero de 1965, animó a Madre Teresa a abrir una casa en Venezuela. Ésta fue seguida rápidamente por las fundaciones de Roma, Tanzania y, sucesivamente, en todos los continentes. Comenzando en 1980 y continuando durante la década de los años noventa, Madre Teresa abrió casas en casi todos los países comunistas, incluyendo la antigua Unión Soviética, Albania y Cuba.

Para mejor responder a las necesidades físicas y espirituales de los pobres, Madre Teresa fundó los Hermanos Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las Hermanas, en 1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la Caridad. Sin embargo, su inspiración no se limitó solamente a aquellos que sentían la vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y nacionalidades con los cuales compartió su espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en humildes obras de amor. Este espíritu inspiró posteriormente a los Misioneros de la Caridad Laicos. En respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, Madre Teresa inició también en 1981 el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi como un “pequeño camino de santidad” para aquellos sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu.

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Durante estos años de rápido desarrollo, el mundo comenzó a fijarse en Madre Teresa y en la obra que ella había iniciado. Numerosos premios, comenzando por el Premio Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el Premio Nobel de la Paz en 1979, hicieron honra a su obra. Al mismo tiempo, los medios de comunicación comenzaron a seguir sus actividades con un interés cada vez mayor. Ella recibió, tanto los premios como la creciente atención “para gloria de Dios y en nombre de los pobres”.

Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. Pero, existía otro lado heroico de esta mujer que salió a la luz solo después de su muerte. Oculta a todas las miradas, oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida interior estuvo marcada por la experiencia de un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo cada vez mayor de su amor. Ella misma llamó “oscuridad” a su experiencia interior. La “dolorosa noche” de su alma, que comenzó más o menos cuando dio inicio a su trabajo con los pobres y continuó hasta el final de su vida, condujo a Madre Teresa a una siempre más profunda unión con Dios. Mediante la oscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente deseo de amor de Jesús) y compartió la desolación interior de los pobres.

Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más graves problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo. En marzo de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios.

Menos de dos años después de su muerte, a causa de lo extendido de la fama de santidad de Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el Papa Juan Pablo II permitió la apertura de su Causa de Canonización. El 20 de diciembre del 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la heroicidad de las virtudes y sobre el milagro obtenido por intercesión de Madre Teresa.

Frases y Reflexiones

“Somos pequeños instrumentos, pero muchos pequeños instrumentos en las manos de Dios pueden hacer milagros”.

“La revolución del amor comienza con una sonrisa. Sonríe cinco veces al día a quien en realidad no quisieras sonreír. Debes hacerlo por la paz”.

“Yo soy el lápiz de Dios. Un trozo de lápiz con el cual Él escribe aquello que quiere”.

“Hay una cosa muy bonita: compartir la alegría de amar. Amarnos los unos a los otros. Amar hasta el dolor”.

“Debemos amar la oración. La oración dilata el corazón hasta el punto de hacerlo capaz de contener el don que Dios nos hace de Sí mismo”.

“La alegría es oración, la señal de nuestra generosidad, de nuestro desprendimiento y de nuestra unión interior con Dios”.

“Preferiría cometer errores con gentileza y compasión antes que obrar milagros con descortesía y dureza”.

“La Misa es el alimento espiritual que me sustenta y sin el cual no podría vivir un solo día o una sola hora de mi vida”.

“Las tentaciones las tenemos todos. Pero si Jesús es una realidad viviente en mi vida, entonces ya no tengo miedo”.

“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”.

“No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz”.

“No puedo parar de trabajar. Tendré toda la eternidad para descansar”.

“Dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más”.

“No deis sólo lo superfluo, dad vuestro corazón”.

“Nuestra tarea consiste en animar a cristianos y no cristianos a realizar obras de amor. Y cada obra de amor, hecha de todo corazón, acerca a las personas a Dios”.

“La mayor enfermedad hoy día no es la lepra ni la tuberculosis sino más bien el sentirse no querido, no cuidado y abandonado por todos”.

“Lo que importa es cuanto amor ponemos en el trabajo que realizamos”.

“Cuanto menos poseemos, más podemos poseer”.

“El amor tiene que ponerse en acción. Muchas veces basta una palabra, una mirada, un gesto para llenar el corazón del que amamos”.

“Las personas son irracionales, inconsecuentes y egoístas. Ámalas de todos modos”.

“Si no tenemos paz en el mundo, es porque hemos olvidado que nos pertenecemos el uno al otro, que ese hombre, esa mujer, esa criatura, es mi hermano o mi hermana”[1] .

“Antes mucha gente hablaba sobre los pobres, pero ahora cada vez más gente está hablando con los pobres. Esta es la gran diferencia. (…) Los pobres deben sentirse queridos y aceptados. Son Jesús para mí. Creo en esto más que en hacer grandes cosas para ellos” (Declaración a revista Time 4-XII-89) [2] .

“El hambre no es sólo de pan. Es mucho peor el hambre de amor. La soledad se extiende cada vez más en Occidente, y la gran pobreza es no ser querido. (…) Debemos buscar a los pobres, primero en nuestro hogar; después, entre los vecinos, en el barrio, en nuestra ciudad y en todo el mundo” (Declaraciones a la agencia alemana NKA, 15-X-78).

“El amor empieza al dedicarnos a quienes tenemos a nuestro lado: los miembros de nuestra propia familia. Preguntémonos si somos conscientes de que acaso nuestro marido, nuestra esposa, nuestros hijos, o nuestros padres viven aislados de los demás, de que no se sienten queridos, incluso viviendo con nosotros. ¿Nos damos cuenta de esto?” (Orar, Su pensamiento espiritual. Madre Teresa de Calcuta. Planeta Testimonio, 1997, págs. 96-97).

“Los jóvenes de hoy, como los de cualquier tiempo, son generosos y buenos. Pero no debemos engañarlos estimulándoles a consumir diversiones. La única manera de que sean felices es ofrecerles la ocasión de hacer el bien” (Orar, pág. 100).
Su testamento: “Amaos los unos a los otros como Jesús os ama. En realidad no tengo nada que añadir al mensaje que nos trajo Jesús. Para poder amar hay que tener el corazón puro. Y para tener un corazón puro hay que rezar. El fruto de la oración es profundizar en la fe, y el fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio al prójimo y esto lleva a la paz” (Entrevista periódico belga De Standaard (25-XII-95))

“Los niños que aún no han nacido son los más pobres entre los pobres. (…) Yo siempre les digo a los médicos de los hospitales de la India que no maten jamás a un niño. Si nadie lo quiere, me lo quedaré yo. Veo a Dios en los ojos de todos los niños. Acogemos a cualquier niño no deseado y posteriormente le buscamos un hogar para que sea adoptado. Todo el mundo se preocupa por los niños inocentes que mueren en las guerras y querríamos evitarlo. Pero ¿qué esperanzas hay de impedirlo si hay madres que matan a sus propios hijos” (Camino de sencillez. Teresa de Calcuta. Planeta Testimonio, 1995, pág. 79).

“Hay que empezar por cambiar al hombre, por transformarnos nosotros mismos… No nos amamos mutuamente y eso provoca la miseria de tantos”.


[1] https://norfipc.com/facebook/frases-pensamientos-madre-teresa-calcuta.html

[2] A partir de aquí frases tomadas de https://www.aceprensa.com/articles/el-legado-espiritual-de-la-madre-teresa/

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